Nuestros datos muestran pruebas de arseniato en macromoléculas que normalmente contienen fosfato, muy especialmente ácidos nucleicos y proteínas.
Hace un año, estas 18 palabras encendieron una controversia mediática cuando Felisa Wolfe-Simon y sus colegas dieron una rueda de prensa para anunciar el descubrimiento de una bacteria que no sólo sobrevivía a altos niveles de arsénico en su entorno, sino que parecía usar tal elemento en su ADN. Cinco meses más tarde, el debate resurgió con la publicación de comentarios críticos con la publicación original.
La semana pasada se publicó el genoma de la bacteria, conocida como GFAJ-1, en Genbank, el repositorio público de secuencias de ADN para todo aquél que quiera echarle un vistazo. Pero ésto no zanjó el debate sobre si se usa el arsénico en el ADN.
Simon Silver, microbiólogo del arsénico en la Universidad de Illinois en Chicago, y uno de los críticos más elocuentes con la investigación de la bacteria del arsénico, secuenció junto a sus colegas la bacteria y encontró 3400 genes en sus 3,5 millones de bases. Merece la pena señalar que incluso la bacteria intestinal común Escherichia coli, tiene más de los genes conocidos que GFAJ-1 para ayudarla a sobrevivir a una exposición de arsénico, dijo Silver en una entrevista telefónica. Silver no esperaba que el genoma abordase el núcleo de la controversia, pero de nuevo, no cree que ninguna prueba convenza a Wolfe-Simon y sus coautores de que están equivocados. “Esta clase de cosas nunca se resuelve”, dice. “Finalmente termina olvidándose”. Silver y sus colegas intentaron comparar este genoma con otros tres procedentes de microbios que viven en entornos ricos en arsénico para comprender mejor la química relacionada con el arsénico.
Wolfe-Simon dice que el genoma es “un importante paso adelante. Pero se necesitará algún tiempo, análisis de datos, y modelado para comprender sus implicaciones” debido a que se desconocen las funciones de tantos genes. El resultado “da por sentado incluso con más solidez la cuestión de cómo GFAJ-1 sobrevive en las condiciones de alta concentración de arsénico en las que crece”, señala.
Su colaborador, Ronald S. Oremland de USGS en Menlo Park, California, está contento de ver el genoma disponible y, junto a Wolfe-Simon, aún respalda las 18 palabras dichas hace un año. Wolfe-Simon trabaja ahora en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (LBNL) junto a John Tainer. Han pasando los últimos meses aprendiendo cómo cultivar mejor las bacterias, con la esperanza de caracterizar con más detalle el ADN y otras biomoléculas, tales como los ribosomas.
Fuente: Ciencia Kanija - Science Insider
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