Una investigación del Museo Nacional de Ciencias naturales (CSIC) estudia la dispersión de grandes mamíferos en relación con el cambio climático como marco para explicar la dispersión del género Homo en Eurasia.
“Nuestros resultados indican que la primera dispersión humana, cuando el hombre disponía de una industria lítica denominada olduvayense, puede atribuirse más a una adaptación biológica o a una mayor organización social que a un cambio ambiental”, afirma Jan van der Made, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, cuyo trabajo ha sido publicado en Quaternary Science Reviews.
Si bien está claro que el origen del hombre está en África, queda por resolver cuándo y por qué apareció en otras partes del mundo. El estudio de los desplazamientos de los grandes mamíferos que coexistieron con el género Homo puede arrojar luz sobre los factores que han podido contribuir a su dispersión.
El género Homo permaneció en África desde su origen, hace unos 2,5 millones de años, hasta su dispersión en Asia hace unos 1,8 millones de años. La datación de estos eventos ha sido posible gracias a la aplicación de técnicas paleomagnéticas, que permiten detectar las variaciones del campo magnético de la Tierra que quedan registradas en rocas y sedimentos, y también métodos radiométricos, con los que es posible descubrir los elementos radiactivos que contienen las rocas.
No se ha encontrado ninguna evidencia de que la primera dispersión humana en Asia coincidiera con ningún cambio destacado de tipo climático o faunístico. Lo que sí se sabe es que la aparición de una nueva especie (Homo ergaster u Homo erectus, aún hay controversia en este punto), coincide con un importante episodio de la evolución humana. Los restos más antiguos de Homo encontrados fuera de África se localizan en el Cáucaso, en el yacimiento de Dmanisi (Georgia). Aquí aparece la primera prueba de cohesión social que permitió la supervivencia de un individuo que carecía de dientes, por lo que no podía masticar la carne y los vegetales que constituían la dieta habitual de aquellos homínidos.
Canto tallado de tradición Olduvayense. (Imagen: Wikipedia)
Cuando ocurrió la dispersión humana, el intercambio de fauna entre África y Eurasia estaba disminuyendo como consecuencia de un incremento en la aridez. Este aumento de la aridez que se produjo en el norte de África y suroeste de Asia, provocó que el intercambio de fauna por el corredor de Levante – a través de Palestina- disminuyera, dejando tal vez aisladas las poblaciones humanas de África y Eurasia. También pudieron quedar aisladas las poblaciones asiáticas, como sugiere el bajo grado de intercambio observado en la fauna entre China y Java, y al hecho de que los fósiles de Homo procedentes de Java y China pertenezcan a distintos linajes.
Aunque la presencia de homínidos a las puertas de Europa fue muy temprana, su dispersión hacia el oeste del continente se vio obstaculizada por la existencia de ambientes cerrados en Centroeuropa que dificultaban su avance. Los registros humanos más antiguos aparecidos en Europa datan de hace 1,2 millones de años y se encuadran en la industria lítica olduvayense que consistía en herramientas muy sencillas.
El cambio climático que se produjo entonces dio lugar a hábitats más abiertos que permitieron la entrada de especies como los bisontes y la llegada de homínidos con esta tecnología más arcaica. Sin embargo, la tecnología achelense, más elaborada, que se originó en África entre 1,6 y 1,5 millones de años atrás no alcanzó Europa hasta 1 millón de años después, cuando el suroeste de Asia se volvió menos seco, lo que permitió el intercambio de fauna entre estos continentes y también la llegada de otra oleada de homínidos a Europa. (MNCN)
Fuente: Noticias de la Ciencia y la Tecnología
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