Los huevos analizados tienen unos 70 millones de años de antigüedad, y son de los enormes titanosaurios, un linaje de dinosaurios saurópodos que fueron descubiertos en 1989 en la Patagonia argentina, una región muy conocida por albergar fósiles de huevos de dinosaurios saurópodos e incluso de dinosaurios en estado embrionario.
Recientemente, se descubrió que uno de los huevos rotos contenía diminutas estructuras, de 2 a 3 centímetros de largo y 1 de ancho. Las estructuras eran muy parecidas a capullos de insecto fosilizados, y por tamaño y forma, los capullos que más se les asemejan son los de algunas especies de avispa moderna.
Existen bastantes ejemplares de huevos de dinosaurio fosilizados, e incluso varios de capullos fósiles, pero, tal como subraya Jorge Genise, del Museo Argentino de Ciencias Naturales, ésta es la primera vez que se encuentran estos capullos en estrecha relación con un huevo.
Los resultados indican que las avispas probablemente participaban en la red alimentaria, compuesta sobre todo por insectos carroñeros, que se desarrollaba en el huevo en descomposición.
El huevo fosilizado. (Foto: Jorge Genise)
Los participantes en esas comunidades carroñeras, incluyendo arañas, escarabajos y otras criaturas que pueblan la materia orgánica en descomposición, le resultan más familiares a la mayoría de la gente por el análisis que de ellos hacen los forenses en el transcurso de las pesquisas de la policía científica, un tipo de trabajo popularizado en los últimos años por algunas series televisivas.
Como saben los aficionados a esas series, las cantidades y tipos diferentes de criaturas presentes en un cadáver indican el tiempo transcurrido desde la muerte. En esta investigación forense particular, los paleontólogos han encontrado pistas que apuntan a que el huevo de dinosaurio fue roto a la fuerza, y las subsiguientes fracturas en la cáscara del huevo permitieron que las criaturas carroñeras pudieran alimentarse de su contenido. En huevos de unos 20 centímetros, esto representa una cantidad considerable de yema. Parece ser que después de esta fase, se desarrolló otra caracterizada por la llegada de criaturas que no se alimentaron del contenido del huevo, sino de los propios carroñeros iniciales. Las avispas que participaron de ese modo en el festín representan la cima de la red alimentaria, y todo apunta a que se alimentaron de insectos o arañas que consumían el contenido del huevo en descomposición.
Fuente Original: Noticias del Espacio
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