El hallazgo lo ha hecho un equipo de científicos de Australia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos y Alemania, incluyendo a Michael Kramer del Instituto Max Planck para la Radioastronomía, en Bonn, Alemania. Los investigadores encontraron el planeta con la ayuda del radiotelescopio Parkes de 64 metros, que la CSIRO tiene en Australia. Por lo que se sabe, el planeta gira en órbita a un púlsar.
Los púlsares son astros en una de las fases finales del ciclo de vida de una estrella. Se trata de estrellas de neutrones, con su masa concentrada en una esfera cuyo tamaño no suele superar al de una ciudad, y que giran sobre sí mismas a una velocidad colosal. Emiten un haz muy enfocado de ondas de radio. Su rotación hace que ese haz barra el espacio circundante de tal modo que desde la Tierra se percibe a modo de pulsos, que llegan justo cuando el haz está orientado en dirección a nosotros. Los radiotelescopios captan a los púlsares como fuentes de señales de radio emitidas a intervalos muy precisos.
En torno al púlsar recientemente descubierto, denominado PSR J1719-1438, los astrónomos también han detectado un planeta con un diámetro de unos 60.000 kilómetros, un poco menos de la mitad del de Júpiter, aunque su masa es un poco mayor que la de este último. El planeta da una vuelta completa alrededor del púlsar en sólo 2 horas y 10 minutos, dado que apenas 600.000 kilómetros separan a ambos astros. Eso es tan sólo un 50 por ciento más que la distancia entre la Tierra y la Luna. La cercanía del planeta al púlsar es tanta que el campo gravitacional de éste desgarraría a ese mundo si tuviera la composición de un planeta normal. Pero, como se puede deducir, no es un planeta normal. Su densidad es al menos tan grande como la del platino.
El equipo de Matthew Bailes de la Universidad Swinburne de Tecnología, en Australia, y Benjamin Stappers de la Universidad de Manchester en el Reino Unido, cree que el singular planeta capaz de desafiar al púlsar es lo que queda del núcleo de una estrella extinta. Gran parte del material de esta estrella fue extraído por la acción del púlsar, y el fragmento de núcleo superviviente ya no es, por su masa, un objeto estelar.
Esta singular pareja de astros se halla a unos 4.000 años-luz de distancia de la Tierra.
Representación del púlsar con el planeta diamantino a su alrededor. (Foto: © Matthew Bailes)
PSR J1719-1438 es un púlsar de rotación muy rápida. Da 10.000 vueltas sobre sí mismo cada minuto. Tiene una masa un 40 por ciento mayor que la del Sol, pero su radio es de apenas unos 20 kilómetros.
Se estima que aproximadamente el 70 por ciento de los púlsares tienen compañeros orbitales, de varios tipos. Los astrónomos sospechan que son esos compañeros cercanos los que transfieren masa a su púlsar, en los casos de púlsares viejos, que perdieron velocidad de rotación, pero que gracias a la absorción de material ajeno experimentan un proceso físico que les hace acelerar su velocidad de rotación de manera considerable. El resultado típico es un púlsar "rejuvenecido", con una velocidad de rotación rapidísima, y un compañero, a menudo una estrella enana blanca, con una pérdida notable de masa.
El púlsar PSR J1719-1438 y su compañero de masa planetaria están tan cerca el uno del otro, que el extraño planeta sólo puede ser lo que queda de una estrella enana blanca que perdió todas sus capas más externas y más del 99,9 por ciento de su masa original. El bloque remanente de núcleo estelar debe estar compuesto mayormente de carbono y oxígeno, dado que los elementos más ligeros, como el hidrógeno y el helio, no encajan con los datos obtenidos mediante las observaciones. La densidad que se deduce del comportamiento de tan exótico planeta, y otros rasgos, conducen a la conclusión de que la materia del planeta debe hallarse en un estado cristalino. Y eso, teniendo en cuenta la gran abundancia de carbono, implica que buena parte del planeta puede tener una estructura diamantina.
Fuente Original: Noticias del Espacio
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