sábado, 2 de julio de 2011

Viendo cosas en Marte: Una historia de ilusiones marcianas

Marte. Crédito: USGS.

El ser humano ha estado viendo ‘cosas’ extrañas en la superficie de Marte durante siglos. Desde 1700 hasta la actualidad, la fama ha estado al alcance de cualquiera que sea capaz de producir la más pobre evidencia de que hay vida en Marte.

El ejemplo más reciente fue la supuesta revelación de una base secreta en Marte, habitada por humanos o marcianos, la que puede ser vista en una foto de la superficie del Planeta Rojo tomada por una nave espacial en órbita.

Pero el rigor científico siempre ha intervenido para probar que estos objetos no están ahí realmente. En este vasto y solitario universo, ¿están los terrícolas desesperados por contactar con sus vecinos? Mirando hacia atrás en la larga historia de ilusiones marcianas (y falsas ilusiones humanas), para ser que sí.

Tierra y mar

En 1784, William Herschel, un famoso astrónomo británico, escribió que unas zonas oscuras en Marte eran océanos y las áreas más claras eran tierra. Especuló que Marte estaba habitado por seres inteligentes, quienes “probablemente se encuentran en una situación similar a la nuestra”. La teoría de Herschel perduró por un siglo, con otros astrónomos afirmando que incluso se podía observar vegetación en las regiones más claras que se pensaba que eran tierra. Afortunadamente para Herschel, sus otras contribuciones a la astronomía -que le valieron el honor de que dos poderosos observatorios llevaran su nombre- fueron lo bastante grandes como para mantener sus teorías marcianas en el fondo de su biografía.

Canali vs canales

Los canales marcianos representados por Percival Lowell.

Durante el acercamiento de Marte a la Tierra en 1877, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli miró a través de su telescopio y observó surcos o canales en la superficie del Planeta Rojo. La palabra italiana que usó para ellos, “canali”, fue traducida como “canals” al inglés (canales, en español), llevando a muchos angloparlantes en el mundo a concluir que Marte tenía vida inteligente que había construido un sistema de canales.

Este concepto erróneo fue popularizado por un astrónomo llamado Percival Lowell, quien en 1895 presentó dibujos de los canales en un libro, titulado “Marte”, y defendió su teoría completa en un segundo libro, “Marte como la Morada de Vida”, en 1908. Este error fue alimentado aún más, dicen los historiadores, por la emoción de la construcción del canal de Suez terminado en 1869, una maravilla de la ingeniería de la época.

La teoría fue desacreditada a comienzos del siglo XX, cuando se demostró que los “canales” eran sólo ilusiones ópticas: cuando se veía a través de telescopios de baja calidad, la características puntuales, como las montañas y cráteres de Marte, parecían estar unidas por líneas rectas. Más tarde, el análisis espectroscópico de la luz proveniente de Marte demostró que no había agua en su superficie.

Radio extraterrestre

En 1921, Guglielmo Marconi, inventor del primer sistema de radiotelegrafía, afirmó escuchar señales que él pensaba que podían ser marcianas. El año siguiente, y nuevamente en 1924, en momentos en que Marte se encontraba relativamente cerca de la Tierra, el gobierno estadounidense pidió a todas las estaciones de radio que no emitieran señales para poder escuchar cualquier transmisión marciana.
Pero la radio extraterrestre se mantuvo en silencio.

La cara

Dos fotos originales del Viking de la Cara en Marte. Crédito: JPL.

Todo comenzó en 1976, cuando la NASA publicó una imagen de una interesante montaña en Marte, tomada por la sonda Viking 1, junto con un subtítulo que describía la formación como “pareciendo” tener ojos y orificios nasales. Más de 30 años después, la “Cara de Marte” continúa inspirando mitos y teorías de conspiración, con mucha gente creyendo que es una estructura artificial construida por una antigua civilización marciana.

Desde las alturas, las sombras en la montaña realmente hacen que se parezca a un rostro. Desde otros ángulos, sin embargo –ángulos vistos en fotografías tomadas por el Mars Express Orbiter, junto con otras naves espaciales- la montaña es claramente eso, y no se parece mucho a un rostro.
Pareidolia” es el término científico para la interpretación de caras (u otros objetos) donde no las hay. 

La ‘visión’ de rostros ocurre, dicen los científicos, como una consecuencia de nuestra alta sensibilidad a los detalles de los rostros humanos. Takeo Watanabe, del Laboratorio de Ciencias Visuales de la Universidad de Boston, lo pone de esta manera: “Hemos visto rostros humanos durante toda la vida, por lo que creemos verlos también donde no los hay”.

2001: Un árbol en Marte

En 2001, siete días antes de su fallecimiento, el famoso escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, co-creador de “2001: Odisea del Espacio” (con Stanley Kubrick), anunció que había encontrado zonas con vegetación, incluyendo árboles, en nuevas fotografías de Marte obtenidas por la Mars Global Surveyor. “Digo con seriedad que tengo una muy buena vista en estas nuevas imágenes de Marte”, dijo Clarke en su momento. “Algo se está moviendo y cambiando con las estaciones, lo que sugiere, al menos, que hay vegetación”.

Continuó diciendo que “donde hay vegetación, puedes apostar que hay algo más allí. Aún tengo la esperanza de encontrar algunos marcianos aquí, con un cartel que diga ‘Yankee go home’”.
Las ramas que Clarke creyó ver sobre la superficie marciana son lo que los geólogos marcianos llaman “arañas”: parecen ramas, y varían junto con las estaciones, pero se deben a la fusión del casquete de hielo de dióxido de carbono en el polo sur de Marte. Cuando el hielo de CO2se sublima –pasa de sólido a gas- fluye a lo largo de caminos que parecen ramas.

La persona marciana

Fotografía obtenida por Spirit en que se ve la "persona marciana". Crédito: NASA/JPL-Caltech/Universidad de Cornell.

En una fotografía tomada por el rover Spirit en 2007, parece haber un ser humano usando una túnica y arrodillado. Es, por supuesto, una roca, y se transforma en una forma humana en nuestros cerebros debido a la pareidolia, como se explicó anteriormente.

Bio Station Alpha

A comienzos de junio, surgió otra pizca de evidencia que, en un primer análisis, parecía apoyar la idea de que hay vida en Marte. En un video de YouTube, el usuario “armchair astronaut” afirmaba haber identificado una base humana (o alienígena) en Marte, la que apodó “Bio Station Alpha”. Usando Google Mars (similar a Google Earth), encontró una misteriosa estructura lineal que parece estar en la superficie del Planeta Rojo.

Los astrónomos identificaron inmediatamente la estructura –una raya de pixeles blancos- como un defecto de la cámara provocado por el impacto de un rayo cósmico en el sensor de la cámara que tomó la fotografía. “En las imágenes que son tomadas desde fuera de nuestra magnetósfera, tales como aquellas tomadas por telescopios en órbita, es muy común ver estos impactos de rayos cósmicos”, dijo Alfred McEwen, un geólogo planetario en el Laboratorio Lunar y Planetario en la Universidad de Arizona y director del Laboratorio de Investigación de Imágenes Planetarias.

La supuesta base marciana encontrada en Google Mars por "armchair astronaut". Crédito: Google.

Los rayos cósmicos son partículas energéticas emitidas –en este caso- por el Sol. Estas partículas depositan carga eléctrica en los pixeles de la cámara cuando los traspasan, saturándolas momentáneamente y creando una raya blanca en cualquier foto capturada en ese momento.

Cuando la imagen sin procesar fue convertida a formato JPEG para ser usada en Google Mars, la compresión causó probablemente que el defecto provocado por el rayo cósmico se volviera más rectangular y apareciera una “Bio Station”, dijo McEwen. Posteriormente se comprobó que, efectivamente, ese era el caso, cuando se identificó la fotografía original usada por Google. Ésta contenía un defecto obvio causado por un rayo cósmico, el que, cuando se procesó, se convirtió en la estructura que “armchair astronaut” confundió con una base marciana.

¿Será esta la última ‘ilusión marciana’? No lo creo…



Fuente Original: Cosmo Noticias - Life’s Little Mysteries