Cientos de fósiles microscópicos muestran que los organismos que emergieron después de una antigua glaciación desarrollaron resistentes ‘armaduras’ para superar el frío clima. Los primeros organismos que emergieron después de una antigua glaciación en todo el mundo probablemente desarrollaron fuertes habilidades de supervivencia, armándose con resistentes ‘armaduras’ para superar el frío clima. Investigadores del MIT, la Universidad de Harvard y el Smith College han descubierto cientos de fósiles microscópicos en rocas que datan de casi 710 millones de años, cerca del momento en que el planeta surgió de un evento de glaciación global, o “Tierra bola de nieve”. Los fósiles son remanentes de pequeños organismos similares a una ameba que probablemente sobrevivieron al duro medio ambiente post-glacial mediante la construcción de armaduras y el desarrollo de “pies” microscópicos para tomar minerales del medio ambiente y formar conchas protectoras con esas partículas. El descubrimiento es la evidencia más temprana de la construcción de conchas, o de aglutinación, en registros fósiles. El equipo encontró una diversidad de fósiles, sugiriendo que la vida puede haberse recuperado relativamente rápido tras el primer gran evento de Tierra bola de nieve. Los investigadores informan de sus hallazgos en Earth and Planetary Science Letters. La teoría ampliamente aceptada de la Tierra bola de nieve sostiene que enormes placas de hielo cubrieron al planeta de polo a polo hace cientos de millones de años. Los geólogos han encontrado evidencia de dos periodos de bola de nieve importantes –hace 710 y 635 millones de años- en los depósitos glaciares que se formaron cerca del ecuador moderno. Los registros fósiles muestran una explosión de vida multicelular compleja tras la edad de hielo más reciente. Sin embargo, no se sabe mucho sobre la vida entre las dos glaciaciones más importantes, un periodo de alrededor de 75 millones de años que, hasta ahora, mostraba pocas señales de vida. “Sabemos muy bien lo que pasó antes de la primera [Tierra] bola de nieve, pero no tenemos idea de lo que ocurrió entre ambas”, dice Tanja Bosak, profesor de geobiología en el MIT, y autor principal del artículo. “Ahora, estamos empezando a darnos cuenta que hay mucha vida inesperada aquí”. Armaduras de la edad de hielo Los colegas de Bosak, Francis Macdonald de Harvard y Sara Pruss de Smith, viajaron hasta el norte de Namibia y Mongolia para tomar muestras de carbonatos de rocas de los casquetes, las primeras capas de sedimento depositado después de la primera edad de hielo. El equipo transportó las muestras a Cambridge, donde Bosak disolvió las rocas en ácido. Ella puso los residuos en ‘diapositivas’ y buscó signos de vida fosilizada. “Es parecido a mirar las nubes, intentando seleccionar formas y ver si algo es consistente”, dice Bosak. Observando el lodo a través de un microscopio, descubrió un mar de pequeños óvalos oscuros, cada uno con una muesca en su borde. Para tener una vista más cercana, Bosak usó microscopía electrónica de barrido para crear imágenes de alta resolución en tres dimensiones, revelando huecos de 10 micrones de espesor en las estructuras. Los fósiles de Namibia eran en su mayoría redondos; los de Mongolia, más similares a tubos. La mayor parte de los fósiles contenía una rendija o cuello en un extremo, desde donde los pseudópodos de los organismos, o pies, pueden haber sobresalido. Bosak analizó la composición de las conchas usando espectroscopia de rayos X, encontrando un mosaico de partículas de sílice, aluminio y potasio que el organismo probablemente tomó del medio ambiente y adhirió a su superficie. Bosak dice que estos microbios unicelulares pueden haber desarrollado la habilidad de construir conchas para protegerse de un medio ambiente extremo en las profundidades del océano, así como también de una población potencialmente creciente de especies unicelulares, algunas de las cuales pueden haberse alimentado de otros organismos. Una ventana en la bola de nieve “Ahora podemos decir que realmente existieron estos robustos organismos inmediatamente después de la primera glaciación”, dice Bosak. “Habiendo abierto esta especie de ventana, estamos encontrando todo tipo de organismos relacionados con los organismos modernos”. El pariente moderno más cercano puede ser la ameba, microbio unicelular encontrado en bosques, lagos y turbas. Estos diminutos organismos son conocidos por recolectar partículas de sílice, minerales de arcilla, hongos y polen, uniéndolos en una cubierta dura o concha. Bosak dice que las amebas eran extremadamente abundantes antes de la primera Tierra bola de nieve, aunque no hay evidencia sólida de que hayan desarrollado su mecanismo de fabricación de concha hasta después de la edad de hielo. La suposición de Bosak es que el entorno post-glacial era una “salmuera” llena de organismos y trazos de evolución reciente. Dice que el equipo planea regresar a Mongolia para recolectar más rocas del mismo periodo de tiempo, y espera que comiencen otras investigaciones para estudiar los ritmos de cambio evolutivo en rocas similares. Andrew Knoll, profesor Fisher de Historia Natural y profesor de ciencias terrestres y planetarias en Harvard, dice que los hallazgos del equipo apuntan a una fuente de información potencialmente rica sobre los tipos de vida capaces de sobrevivir entre periodos glaciales. “Hasta la fecha, hemos sabido muy poco acerca de la vida entre las dos grandes edades de hielo”, dice Knoll. “Tomando esto en cuenta, los nuevos descubrimientos son muy bienvenidos”. Fuente Original: Cosmo Noticias - Astrobiology Magazine |