Simulaciones a largo plazo demuestran que los encuentros cercanos entre los planetas menores Ceres y Vesta podrían afectar la órbita de la Tierra.
Simulaciones numéricas de la evolución a largo plazo de las órbitas de los planetas menores (o planetoides) Ceres y Vesta, los cuales son los objetos más grandes del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, han encontrado que los encuentros cercanos entre estos cuerpos llevan a un comportamiento caótico de sus órbitas, afectando también la excentricidad de la Tierra. Esto significa que la órbita pasada de la Tierra no puede ser reconstruida más allá de 60 millones de años. El estudio de las interacciones entre la Tierra y el entorno del Sistema Solar puede ayudar a los astrobiólogos a comprender las condiciones que hicieron a la Tierra propicia para la vida, y el posible futuro de la biosfera de nuestro planeta.
Ceres es 6.000 veces menos masivo que la Tierra y casi 80 veces menos masivo que la Luna. Vesta es casi cuatro veces menos masivo que Ceres. Estos dos cuerpos menores, que durante mucho tiempo se pensó que orbitaban en paz el cinturón de asteroides, afectan a sus vecinos más grandes y, en particular, la Tierra en una manera previamente impensada. Esto se demuestra en los nuevos cálculos astronómicos realizados por Jacques Laskar del Observatorio de París y sus colegas. El estudio fue publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.
Aunque pequeños, Ceres y Vesta interactúan gravitacionalmente entre ellos y con los demás planetas del Sistema Solar. Debido a estas interacciones, continuamente se desvían ligeramente de su órbita inicial. Los cálculos demuestran que, después de algún tiempo, estos efectos tienen como consecuencia que los cuerpos dejan sus órbitas iniciales y, lo que es más importante, sus órbitas se vuelven caóticas, lo que significa que no podemos predecir sus posiciones.
Los dos planetoides también tienen una “alta” probabilidad de colisionar entre ellos, la que se estima en 0,2% por cada mil millones de años.
Por último, pero no menos importante, Ceres y Vesta interactúan gravitacionalmente con la Tierra, cuya órbita también se vuelve impredecible después de sólo 60 millones de años. Esto significa que la excentricidad de la Tierra, la que afecta las grandes variaciones climáticas en su superficie, no puede ser rastreada más de 60 millones de años atrás. Estas son, de hecho, malas noticias para los estudios
de paleoclima.
Este descubrimiento inesperado surge justo cuando ambos objetos son los objetivos de la misión Dawn de la NASA. La sonda Dawn se encontrará con Ceres en febrero de 2015. La sonda comenzó a orbitar a Vesta el 16 de julio de 2011.
Fuente Original: Cosmo Noticias - Astrobiology Magazine