Sistemas genéticos realizan operaciones lógicas almacenando datos en el ADN.
Expertos
en biología sintética han creado módulos de ADN que realizan
operaciones lógicas en células vivas. Estos “circuitos genéticos”
podrían utilizarse para registrar momentos clave en la vida de una
célula o, activando un interruptor químico, modificar el destino de una
célula, anuncian los investigadores. Los resultados se publican esta
semana en Nature Biotechnology.
La
biología sintética trata de incorporar principios de la ingeniería
electrónica en una célula biológica, considerando las funciones de los
genes como componentes de un circuito. Con este objetivo, investigadores
del Massachusetts Institute of Technology
(MIT) en Cambridge, han diseñado un sencillo grupo de módulos genéticos
que responden a señales de una forma muy parecida a como la hacen los
operadores lógicos booleanos usados en los ordenadores.
ADN por Erin Campbell
“Estos desarrollos permitirán un avance más rápido en la obtención de
células programables con capacidad de tomar decisiones que pueden tener
una gran variedad de aplicaciones”, afirma James Collins, biólogo
sintético de la Universidad de Boston en Massachusetts, no participante
del estudio.
Collins
desarrolló el interruptor genético que ayudó a que el campo de la
biología sintética apareciese súbitamente hace ya más de una década.
Desde entonces, se ha desarrollado una amplia gama de circuitos
programables para células, incluyendo un sencillo contador que Collins y
su equipo diseñaron en 2009.
Pero
“para transformarla en una disciplina sólida de la ingeniería,
necesitamos marcos de actuación que permitan programar células en
modelos más escalables”, afirma Timothy Lu, biólogo sintético del MIT
que ha dirigido este último estudio. “Queríamos demostraros que podemos
juntar un montón de elementos básicos en un modelo muy sencillo que
ofrezca muchas funciones lógicas posibles”
Lógica circular
Los módulos lógicos de Lu están basados en plásmidos, cadenas circulares de ADN que se introducen en células de Escherichia coli.
Él junto con sus colaboradores diseñaron 16 plásmidos (una para cada
función lógica binaria que admite la programación). Cada variedad consta
de unas secuencias promotora y terminadora de ADN, que inicia o
interrumpe la transcripción genética, y un gen de respuesta que codifica
una proteína verde fluorescente.
La
clave del sistema está en la utilización de enzimas recombinasas, que
cortan y reorganizan las secuencias de ADN promotora y terminadora
activándolas o desactivándolas. En otras palabras, las enzimas
recombinasas constituyen la señal que determina si el gen de respuesta
se transcribe.
Una
puerta electrónica “AND”, por ejemplo, lanza una señal positiva solo si
la corriente se recibe en las dos entradas que posee. En el modelo
genético, el gen de respuesta se transcribe sólo cuando las secuencias
terminadoras del gen y la secuencia promotora son neutralizadas por dos
señales, a base de enzimas recombinasas.
Lu
afirma que, a pesar de que las recombinasas se habían usado de forma
similar en el pasado (para escribir información en una memoria de ADN,
por ejemplo), este último trabajo lleva la idea un paso más allá,
haciendo que el propio ADN forme parte de la programación. “Si el ADN
que modificas es un elemento regulador, como una secuencia promotora o
terminadora, esto te permite poder controlar algo en la célula. Y es
este control el que te facilita la lógica”
Christopher
Voigt, biólogo sintético también del MIT, llama a estos módulos
artificiales “una forma muy digital y permanente de almacenar
información en el ADN. La lógica puede almacenar gran cantidad de
experiencias (por ejemplo, si las células han pasado por dos ambientes
diferentes y en qué orden)”
Voigt
afirma que hay otra ventaja con este sistema. “(El cambio) es
permanente. Después de que la célula muera, la información puede ser
recuperada a partir del ADN”. En realidad, los investigadores
encontraron que los plásmidos modificados se heredan a través de por lo
menos 90 generaciones celulares (lo que podría ser importante para los
biólogos que quieran registrar los momentos clave de los ancestros de
una célula)
Lu
afirma que este mismo principio podría ser de utilidad en biotecnología.
Utilizando formas básicas de estos interruptores personalizables, los
fabricantes podrían disponer de cultivos celulares en los que los genes
clave se encuentran suprimidos hasta activarse por una señal de un
determinado compuesto, asegurando así la producción de un fármaco, por
ejemplo, cuando el sistema está a punto. Otros interruptores podrían
detener la producción, una vez se ha alcanzado un umbral determinado,
comenta Lu.
Fuente: Ciencia Kanija
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