domingo, 13 de mayo de 2012

¿Dónde están las supernovas de nuestra galaxia?


Imagen compuesta de G1.9+0.3 con datos de rayos X de Chandra X-ray (naranja) y radio del VLA (azul). Crédito: Rayos X: NASA/CXC/NCSU/S.Reynolds y colaboradores; Radio: NSF/NRAO/VLA/Cambridge/D.Green y colaboradores.
Podemos ver el brillo de las supernovas de más de la mitad del Universo, a miles de millones de años-luz de distancia. Entonces, ¿por qué no detectamos las que ocurren en nuestro patio trasero? La comparación con galaxias espirales similares sugiere que la Vía Láctea debería albergar alrededor de tres explosiones estelares por siglo, pero en poco más de un milenio sólo hemos sido testigos de cinco o seis.
Todas ellas han ocurrido a menos de unos 15.000 años-luz de nosotros, mientras que el disco de la Vía Láctea mide 100.000 años-luz de diámetro. Nos estamos perdiendo las explosiones más lejanas por una razón simple: nuestro humilde punto vista hace que la mayor parte del disco galáctico se esconda tras el polvo interestelar.
Conforme la onda de la explosión de una supernova se expande en el espacio, energiza las partículas hasta emitir ondas de radio que no son absorbidas por el polvo. Ahora, los radioastrónomos están hallando evidencia de muchos de estos remanentes de supernova. En 2008, una cerca del centro de nuestra galaxia, llamada G1.9+0.3 (en la imagen), fue calculada como la más joven conocida. Su luz probablemente habría alcanzado la Tierra hace aproximadamente 110 años, quizá marcando el funeral de la reina Victoria, de no haber sido por los velos negros de polvo que se interpusieron en su camino.
Todavía hay una escasez de remanentes con respecto a los últimos 2.000 años, pero estas explosiones ocurren en complejas regiones de formación estelar donde las nubes de gas ionizado también emiten ondas de radio, confundiendo la imagen. “Creo que están allí fuera”, dice David Green de la Universidad de Cambridge, quien descubrió a G1.9+0.3 en la década de 1970. “Sólo no las hemos encontrado todavía”.
Fuente: Cosmo Noticias - New Scientist

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