Los satélites no captaron un solo frente de ola ese día, sino por lo menos dos, que se fusionaron para formar una sola ola del doble de altura en altamar, una capaz de viajar a través de largas distancias sin perder mucha intensidad. La orografía de las cordilleras submarinas forzó a juntarse a las olas, pero sólo hacia ciertas direcciones desde el punto de origen del tsunami.
El descubrimiento, hecho por el equipo de Y. Tony Song de la NASA y C.K. Shum de la Universidad Estatal de Ohio, ayuda a explicar cómo los tsunamis pueden a veces cruzar amplias cuencas oceánicas y causar una destrucción masiva en algunos lugares sin afectar a otros, y ofrece la esperanza de que los científicos puedan mejorar los pronósticos de tsunamis.
La topografía del fondo del mar es capaz de forzar a las olas de tsunami a seguir determinadas direcciones variables, y eso puede hacer que la destrucción producida parezca que es aleatoria. Por esa razón, los mapas de riesgo que tratan de predecir a qué lugares afectará un tsunami se basan en la topografía submarina. Anteriormente, en estos mapas sólo se tenía en cuenta la topografía cercana a una costa particular. El nuevo estudio sugiere que los científicos podrían crear mapas que tengan en cuenta toda la topografía submarina, incluso la de cordilleras submarinas muy alejadas de las costas.
Modelo oceánico en 3D de la zona de los tsunamis. (Foto: NASA)
Las herramientas que se basen en esta investigación podrían ayudar a pronosticar la posibilidad de que se fusionen tsunamis. Esto, a su vez, podría permitir obtener mapas costeros más precisos sobre el riesgo de tsunamis, a fin de ayudar a proteger a los habitantes del litoral y a las infraestructuras críticas de cada lugar.
Fuente: Noticias de la Ciencia y la Tecnología
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