Ni el mamut lanudo ni el resto de fauna de climas fríos presente en Europa durante el Pleistoceno se asentaron de forma permanente en la Península Ibérica, donde tuvieron que vivir en condiciones ecológicas diferentes a las del resto del continente y compartir hábitat con animales de climas templados.
Durante las glaciaciones del Pleistoceno, toda Europa central y gran parte de Asia estaban dominados por animales propios de clima glacial, un conjunto de especies conocido como “fauna del mamut”. Como explica el profesor de la Universidad de Oviedo Diego Álvarez Lao, “en los episodios de frío más intenso, las poblaciones de estas especies se vieron obligadas a migrar hacia el sur y, de este modo, podemos constatar la presencia del mamut lanudo, el rinoceronte lanudo y el reno en la Península Ibérica. Ahora sabemos que estos mamíferos adaptados al clima frío tuvieron que convivir en la Península con ciervos, corzos y jabalíes, especies propias de climas templados que eran comunes aquí en esta época”.
Esta es una de las conclusiones del último trabajo de Álvarez Lao y la profesora de la Universidad Complutense Nuria García que hoy publica la revista Quaternary Science Reviews.
Los mismos autores han realizado estudios similares centrados en Europa y en la Península Ibérica para otras especies de fauna de clima glacial, una línea de trabajo que continúan en la actualidad. Tras haber obtenido en el caso del rinoceronte lanudo resultados muy similares en todos los aspectos a los que ahora se publican acerca del mamut, y teniendo en cuenta las observaciones que los autores del artículo están registrando en el caso del reno, los doctores Diego Álvarez Lao y Nuria García ponen el acento en que la mera presencia de estas especies no significa que se hayan asentado de forma permanente, “y esto es lo que sucedió no sólo con el mamut, sino con el resto de la fauna glacial presente en la Península Ibérica”, señalan.
Cuestión de tamaño
Una de las evidencias que llevaron a los autores del artículo a esta conclusión es el resultado de analizar el tamaño corporal. “Para muchas especies se ha constatado que las poblaciones de latitudes meridionales tienen una talla menor que sus poblaciones nórdicas, como respuesta adaptativa a un clima diferente, de acuerdo con la regla biológica de Bergmann”, explica Álvarez Lao. Se trata de un patrón, añade, que se puede observar actualmente en especies como el ciervo, el oso o el halcón, en las que las poblaciones de Escandinavia poseen mayor talla que las ibéricas.
“Del mismo modo, se podría esperar que los mamuts ibéricos hubiesen experimentado una disminución de talla con respecto a las poblaciones del centro y norte de Europa si hubiesen dispuesto de suficiente tiempo para experimentar este cambio evolutivo”, afirma el investigador. Pero los resultados obtenidos en este estudio indican que los mamuts lanudos que habitaron la Península eran del mismo tamaño que los del resto de Europa, por lo que muy posiblemente sus poblaciones no hayan estado asentadas durante el tiempo suficiente como para desarrollar una disminución de talla.
“En un trabajo previo ya habíamos comprobado que los mamuts del yacimiento de Padul, en Granada, no diferían en tamaño de las poblaciones del resto de Europa. Ahora podemos afirmar que sucede lo mismo en todas las localizaciones de la Península, lo que sugiere que los mamuts entraron en la Península durante episodios de tiempo limitado, quizá de forma esporádica coincidiendo con los momentos más fríos”.
Durante las glaciaciones, las especies propias de climas templados (como el ciervo o el jabalí) se refugiaron en las áreas más meridionales de Europa (penínsulas Ibérica, Itálica y Balcánica), huyendo del frío. Pero en los episodios de de frío y aridez extremos, incluso la “fauna del mamut” se desplazó también hacia el sur, aunque éste no fuese su hábitat más adecuado, ya que los mantos de hielo cubrían extensas áreas del centro y norte de Europa, impidiéndoles encontrar pastos. “No se desplazaron por el frío en sí, al que estaban bien adaptados, sino por falta de espacios que les proporcionasen alimento”, explica Álvarez Lao.
Pero el desplazamiento hacia el Sur encontró su límite en la Península Ibérica: “Por cuestiones geográficas, los ‘visitantes’ del Norte no pudieron desplazar a los habitantes de la Península, que no podían cruzar el Estrecho para dirigirse más al Sur, y tampoco los sustituyeron, sino que se mezclaron con ellos”, destaca el profesor de la Universidad de Oviedo.
Fuente: Noticias de Ciencia - UCC+i FICYT / SINC
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