domingo, 13 de noviembre de 2011

Exploración Espacial - Mercurio es un planeta más extraño de lo que se creía


Sólo seis meses después de entrar en órbita en torno a Mercurio, la sonda espacial Messenger ha demostrado a los científicos que es un planeta más extraño de lo que se creía.

Lo descubierto hasta ahora por varios equipos de investigación, que se han ocupado de aspectos distintos del planeta, pone en tela de juicio las teorías actuales sobre la formación de Mercurio.

La composición de su superficie difiere de manera importante respecto a la de los otros planetas rocosos. Su campo magnético es diferente a cualquier otro del sistema solar. Hay grandes extensiones de llanuras volcánicas que rodean la región polar norte del planeta y cubren más de un 6 por ciento de la superficie de Mercurio.

El material de la superficie se parece más a lo que se podría esperar si Mercurio se hubiera formado a partir de bloques de construcción planetaria similares a los que formaron a sus primos rocosos, pero menos oxidados, tal vez reflejando ello una proporción variable de hielo en las etapas iniciales de acreción de los planetas.

Las mediciones de la superficie de Mercurio por los espectrómetros de rayos X y de rayos gamma de la Messenger también revelan una abundancia sustancialmente más alta de azufre y potasio de lo que se predijo.

Ambos elementos se vaporizan a temperaturas relativamente bajas. Por lo tanto, su abundancia descarta varias hipótesis que hasta ahora gozaban de bastante aceptación y que indicaban que Mercurio experimentó varias épocas de temperaturas extremadamente altas hacia el inicio de su historia.

"La mayoría de las ideas previas sobre la química de Mercurio no concuerdan con lo que se ha medido en la superficie del planeta", subraya Larry Nittler del Instituto Carnegie, uno de los científicos que han analizado los datos reunidos por la Messenger en estos meses.

Durante décadas, los científicos han debatido si Mercurio tenía depósitos volcánicos en su superficie. Tres sobrevuelos de la Messenger respondieron a esa pregunta de manera afirmativa, pero la distribución global de los materiales volcánicos no fue bien delimitada. Los nuevos datos obtenidos desde la órbita muestran grandes llanuras volcánicas que rodean la región del polo norte de Mercurio. Estas llanuras continuas y muy lisas cubren más del 6 por ciento de la superficie total de Mercurio.

James Head de la Universidad Brown, en Estados Unidos, cree que los depósitos son típicos de las inundaciones de lava, como los que se encuentran en la Formación Basáltica del Río Columbia en la Tierra, que tienen unos pocos millones de años de antigüedad.

Los científicos también han descubierto zonas de fumarolas, con longitudes de hasta 25 kilómetros, que parecen ser la fuente de algunas de las enormes coladas de lava muy caliente que se desperdigaron por la superficie de Mercurio y erosionaron el sustrato, tallando valles y creando estructuras geológicas en forma de lágrima en el terreno subyacente.

La Messenger reveló una inesperada clase de accidentes geográficos sobre Mercurio, y estos sugieren que un proceso geológico no reconocido previamente es el responsable de su formación.

Las imágenes recogidas durante los sobrevuelos de Mercurio hechos por la Mariner 10 y por la Messenger mostraron que los suelos y los picos montañosos centrales en algunos cráteres de impacto son muy brillantes y tienen un color azulado que destaca bastante con respecto a las tonalidades de otras áreas del planeta.

Estos depósitos se consideraron inusuales porque no se han encontrado cráteres de características similares en la Luna. Pero sin imágenes de mayor resolución, los depósitos brillantes de los cráteres no pasaron de ser una anécdota.

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(Foto: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Carnegie Institution of Washington)

Ahora, la misión orbital de la Messenger ha proporcionado imágenes de resolución mucho mayor de numerosos cráteres de esta clase. Las zonas brillantes están compuestas de pequeñas depresiones, no muy profundas y de forma irregular, que a menudo se encuentran en grupos, tal como destaca David T. Blewett de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. El equipo científico adoptó el término "huecos" para estos accidentes geográficos, a fin de distinguirlos de otros tipos de pozos presentes en Mercurio.

Los huecos se han encontrado en un amplio rango de latitudes y longitudes, lo que sugiere que son bastante comunes en todo Mercurio. Muchas de las depresiones tienen halos e interiores brillantes. Y los detectados hasta ahora poseen un aspecto fresco y no han acumulado pequeños cráteres de impacto, lo que indica que son relativamente jóvenes.

El análisis de las imágenes, y las estimaciones de la velocidad a la que los huecos parecen estar ampliándose, llevan a la conclusión de que se están formando activamente en la actualidad. Hasta ahora, la creencia más aceptada presentaba a Mercurio como un astro muy parecido a la Luna. Sin embargo, gracias a su privilegiada atalaya, la Messenger nos muestra que Mercurio es radicalmente diferente a la Luna en casi todas las cosas medibles.

La Tierra, Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno tienen campos magnéticos intrínsecos, pero la Messenger descubrió que el débil campo de Mercurio es diferente. También lo son los procesos de aceleración de partículas en su magnetosfera, según lo descrito por el equipo de George Ho de la Universidad Johns Hopkins. Las observaciones hechas por la Messenger de los electrones de alta energía, indican que su distribución no encaja con una configuración comparable a la de los cinturones de Van Allen. Estos cinturones son bandas de partículas cargadas que interaccionan con el campo magnético y rodean a planetas como por ejemplo la Tierra.

Además, el ecuador magnético de Mercurio está bastante desplazado hacia el norte, con respecto al ecuador geográfico del planeta.

El sodio representa el plasma de iones más importante aportado por el planeta a la magnetosfera. Ya se había observado previamente sodio neutro, pero el equipo de Thomas Zurbuchen de la Universidad de Michigan ha descubierto que las partículas de sodio cargadas se concentran cerca de las regiones polares de Mercurio.

Se ha detectado la presencia de iones de helio por todas partes en la magnetosfera de Mercurio. Todo apunta a que el helio fue aportado por el Sol mediante el viento solar, implantado en la superficie de Mercurio y por último dispersado en todas direcciones.

La débil magnetosfera de Mercurio le ofrece al planeta muy poca protección contra el viento solar. El clima espacial extremo debe afectar de manera constante a la superficie del planeta más cercano al Sol.

Mercurio no es como creían los científicos.

Ésta es la conclusión. "Mercurio no es el planeta que se describe en los libros de texto", subraya Sean Solomon del Instituto Carnegie, investigador principal de la Messenger. "A pesar de ser un hermano de Venus, Marte y la Tierra, el planeta más interno ha tenido una vida mucho más emocionante de lo que nadie predijo".

La nave Messenger fue lanzada al espacio el 3 de Agosto de 2004, y entró en órbita alrededor de Mercurio el 18 de Marzo de 2011, para iniciar un estudio de un año sobre el planeta.

Fuente: Noticias del Espacio

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