jueves, 27 de octubre de 2011

Astronomía - Telescopios de la NASA ayudan a resolver el misterio de una antigua supernova


Telescopios de la NASA ayudan a resolver el misterio de una antigua supernova

Un misterio que comenzó hace casi 2000 años, cuando los astrónomos chinos fueron testigos de lo que llegaría a ser una estrella en explosión en el cielo, ha sido resuelto. Nuevas observaciones infrarrojas del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, y del Explorador de Estudio Infrarrojo de Gran Angular, o WISE, revelan cómo tuvo lugar la primera supernova registrada y cómo sus destrozados restos siguen siendo esparcidos a grandes distancias.
Los resultados muestran que la explosión estelar tuvo lugar en una cavidad vacía, permitiendo que el material expulsado por la estrella viajase mucho más rápido y más lejos de lo que lo haría en otro caso.

Supernova RCW 86 © Crédito: NASA

“Este remanente de supernova llegó a ser realmente grande y rápido”, dijo Brian J. Williams, astrónomo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Raleigh. Williams es el autor principal de un nuevo estudio que detalla los hallazgos on-line en la revista Astrophysical Journal. “Es de dos a tres veces mayor de lo que cabría esperar para una supernova de cuya explosión fuimos testigos hace casi 2000 años. Ahora, por fin, hemos sido capaces de determinar la causa”.
Una nueva imagen de la supernova, conocida como RCW 86, está en en la red en http://go.nasa.gov/pnv6Oy.
En el 185 dC, los astrónomos chinos observaron una “estrella invitada”, que apareció misteriosamente en el cielo y se quedó durante unos 8 meses. En la década de 1960, los científicos habían determinado que el misterioso objeto era la primera supernova documentada. Más tarde, identificaron como RCW 86 a los restos de una supernova situada a unos 8000 años luz de distancia. Sin embargo, quedaba un enigma. Los restos esféricos de la estrella eran mayores de lo esperado. Si actualmente pudiesen verse en el cielo en luz infrarroja, ocuparían más espacio que la Luna llena.
La solución llegó a través de nuevas observaciones infrarrojas realizadas con Spitzer y WISE, y datos anteriores procedentes del Observatorio de Rayos-X Chandra de la NASA y del Observatorio de la Agencia Espacial Europea XMM-Newton.
Los hallazgos revelan que el evento es una supernova de Tipo Ia, creada por la muerte relativamente pacífica de una estrella similar a nuestro Sol, que luego se encoge para formar una estrella densa conocida como enana blanca. La enana blanca se cree que después explotó como supernova tras absorber materia, o combustible, de una estrella cercana.
“Una enana blanca es como los rescoldos que quedan tras un incendio”, dijo Williams. “Si viertes gasolina sobre ella, explotará”.
Las observaciones también muestran, por primera vez, que una enana blanca puede crear una cavidad a su alrededor antes de estallar en un evento de Tipo Ia. Una cavidad explicaría por qué los restos de RCW 86 son tan grandes. Cuando se produjo la explosión, el material eyectado habría viajado sin obstáculos a través del gas y el polvo, y se extendería rápidamente.
Spitzer y WISE permitieron al equipo medir la temperatura del polvo que compone el remanente de RCW 86 en alrededor de menos 200 grados Celsius. A continuación, calcularon la cantidad de gas que debe haber dentro del remanente para calentar el polvo a esas temperaturas. Los resultados apuntan a un entorno de baja densidad para gran parte de la vida del remanente, esencialmente una cavidad.
Los científicos sospecharon inicialmente que RCW 86 era el resultado de una supernova de colapso de núcleo, el tipo más potente de explosión estelar. Observaron indicios de una cavidad alrededor del remanente, y en ese momento, dichas cavidades sólo se asociaban con una supernova de colapso de núcleo. En esos eventos, las estrellas masivas expulsan material lejos de ellas antes de estallar, creando los agujeros alrededor de ellas.
Sin embargo, otras pruebas van en contra de la supernova de colapso de núcleo. Los datos de rayos X procedentes de Chandra y XMM-Newton indicaron que el objetivo contenía altas cantidades de hierro, un signo revelador de una explosión de Tipo Ia. Junto con las observaciones de infrarrojos, surgió la imagen de una explosión de Tipo Ia en una cavidad.
“Los astrónomos modernos desvelaron el secreto de un misterio cósmico de dos milenios de antigüedad, sólo para revelar otro misterio”, dice Bill Danchi, científico del programa Spitzer y WISE en las Oficinas Centrales de la NASA en Washington. “Ahora, con varios observatorios extendiendo nuestros sentidos en el espacio, podemos apreciar por completo la notable física tras la agonía de esta estrella, manteniendo el sobrecogimiento por el cosmos de los astrónomos de la antigüedad”.
Fuente: Ciencia Kanija - NASA

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